lunes, 24 de enero de 2011

Merchandising Star Wars: El Universo de Lucas



Ay, pillines, ya sabía yo que con una foto de un barrendero calvo vestido de caballero Jedi no os interesaría tanto.  Y es que donde esté un buen stormtrooper ....

Desde hace unos treinta años se ha puesto de moda adquirir complementos, juguetes o chorradas varias relacionadas con nuestras películas favoritas, muchos de ellos no pasan de la típica camiseta con el logo de la serie o alguna que otra maqueta de cierta nave espacial que salía en el quinto capítulo de la trigesimosegunda temporada de Star Trek.
Pero si hablamos de merchandising, la palma se la lleva la saga de Star Wars.

George Lucas, ese director que iba de rompedor y que se quedó anclado antes de la llegada de 1980, el Chris Carter del hiperespacio, tuvo una gran idea mientras rodaba lo que hoy conocemos como el Episodio 4: Una nueva esperanza (echo de menos cuando la llamábamos “la guerra de las galaxias” y punto).

 Con el poco dinero que tenía fue adquiriendo departamentos que a nadie le interesaban, a saber cuáles. Uno de ellos fue el de merchandising, una opción comercial que no había despegado en aquel momento y en la que nadie confiaba. Por un precio muy bajo pudo desarrollar algunas de sus teorías y experimentos que finalizaron con la llegada del Blockbuster, género que le pertenece a él y a su amigo Steven Spielberg.
Desde entonces, sobre todo en verano, impactantes títulos de aventuras, fantasía o ciencia ficción revientan las taquillas del mundo entero en medio de una vorágine de entrevistas, presentaciones, actuaciones especiales, noticias y marketing puro destinado a aumentar el Hype, que por si alguien no sabe lo que es, así es como se llama a convertir Indiana Jones 4 en, literalmente: “La Segunda Venida de Cristo”.

 Gracias a fenómenos como “Tiburón”, ir al cine ya nunca fue lo mismo, y ese pequeño departamento (Sólo un despacho vacío) que compró George Lucas en 1970, se ha convertido ahora en una pieza indispensable de cualquier proyecto cinematográfico.

La Barbie, los hot Weels, Transformers (quien me niegue esta última tiene que estar muy ciego) casi todas las películas de Jerry Bruckheimer, y la mencionada Star Wars, son un ejemplo de que la película sólo es una parte del negocio. Mientras la película se proyecta en los cines puedes esperar en el McDonalds jugando con tus figuritas de Obi-Wan Kenobi, meterte con tu primo asmático porque Darth Vader mola más que él y echando una partidita al monopoly antes de ver la nueva peli de Ridley Scott. Incluso se ha comentado que algunas películas podrían no hacerse porque no venderían muchos muñequitos, tal y como decían del señor Fredicksen de UP, esa joya del cine, o El Buitre, interpretado por John Malkovich en una Spiderman 4 que jamás verá la luz.

Según esas personas, un adulto tirando a anciano no vende.
Pero, ¿Qué pasa cuando el complemento, los muñequitos, se eleva al nivel de prioridad?

Sin embargo el mundo del merchandising ha ido mucho más allá, y sólo hay que pensar en la cantidad de cosas que pululan por la red y se pueden comprar. Una muy pequeña selección de piezas de Star Wars es la siguiente:



El telefono de R2D2
 
La Tostadora de Vader
 

 
La ca ma Haldon Milenario


La Caña de Pescar


 
El saco de dormir Taun taun
                                                                   

La mesa de despacho en carbonita



El reloj de pared Vader


Las zapatillas Adidas

El perfume de Lando













Estas (y muchísimas más) son las pruebas de por qué, Si Spielberg es el rey Midas de Hollywood y Elvis del rock, George Lucas es el Rey del Merchandising, y me hace pensar en cierta frase que decía algo así como…

“Me gustaría empezar una religión, ahí es donde está el dinero.” L Ron Hubbard, fundador de la Cienciología.

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